«…Y
nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene
de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también
hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que
enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14 Pero el hombre
natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son
locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15
En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.
16 Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros
tenemos la mente de Cristo…» (1 Corintios 2:12-16)
Sin duda el salmista pensaba en la
actitud del santo cuando se atacan los fundamentos del estado y la sociedad. La
verdad, la rectitud, la justicia, la ley y el orden forman la base de la
textura social y teocrática de una nación.
Pero cuando se pervierte el juicio, la
sociedad se corrompe y se desprecia a los «santos», entonces; ¿qué deben hacer
los justos? Aunque por nosotros mismos somos incapaces de remediar la
perversión de la moral, podemos ejercer fe en Dios, que por ser soberano puede
corregir todos los males.
Desde los
tiempos de los apóstoles han sido atacados todos los fundamentos. La apostasía
predica el mensaje de la destrucción.
El modernismo abierta y sutilmente
siempre ha tratado de socavar los pilares de la verdad. Aún se atacan los
fundamentos de la fe cristiana y se les quiere considerar obsoletos (Salmo
82:5.)
Surge de nuevo la pregunta; ¿qué deben
hacer los hijos de Dios?
El cristiano debe cada día ejercer una fe mas
profunda en la indestructibilidad del Santo Libro (La Biblia).
Los modernistas y liberales pueden
tratar de destruir todos los cimiento del cristianismo, pero como todos los
fundamentos puestos por Dios, éstos permanecen firmes:
«…Pero el fundamento de Dios está
firme teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y apártese de
iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo….» 2
Timoteo 2:19
A pesar de los esfuerzos de los
críticos adversos de mutilar los diversos libros y doctrinas de la Biblia, nos
parece oír que los 66 libros que componen » La Biblioteca Divina» nos dicen: »
No te hagas daño, estamos todos aquí». Las Escrituras no pueden ser
destruidas ni quebrantadas pues están arraigadas en los cielos.
Cuando vemos que alguien ataca la
palabra de Dios, el justo debe contender eficazmente por la fe, para lo cual el
Señor le da el poder de hacerlo sin que el justo se haga contencioso.
Pero para poder contender por la
integridad de la Escritura y defender toda la fe y doctrina que contiene, es
necesario estudiarlas con oración y comprenderlas con claridad.
Los verdadero creyentes
Los verdaderos creyentes sostienen que
las doctrinas de la Biblia en su totalidad no proceden de hombres, sino de Dios
mismo.
Es la revelación de la mente de Dios a
la mente del hombre, y ellas afirman que a menos que uno no esté lleno del
Espíritu Santo que hizo posible tal revelación, no podrá discernir su
contenido.
Es una necedad rechazar el hecho de que
«los santos hombres de Dios, hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo»
(2 Pedro 1:21.)
Oramos al Dios nuestro para que os
ilumine y siendo que somos justos y santos conforme al plan divino,
podamos ser útiles enseñando a otros la sana doctrina.
«Considera lo que digo, y el Señor
te dé entendimiento en todo» (2 Timoteo 2:7.)